5 de julio de 2022

Test de desafío del Conservante o Challenge test

La calidad microbiológica de un producto cosmético suele ser el punto más controvertido y preocupante.

Todos queremos formular productos estables y seguros, que no presenten problemas durante la venta y la distribución y que nuestros clientes reciban un producto perfecto y que satisfaga sus necesidades, independientemente de cuándo y dónde hagan la compra. Además, queremos que la experiencia de uso sea buena, para que sigan confiando en la marca.

Para ello, necesitamos que el producto sea microbiológicamente estable, para que los microorganismos no arruinen el producto, y lo que sería peor, que el producto deje de ser seguro para su uso.

Pero claro, trabajando con ingredientes naturales, a menudo vienen con una carga microbiológica de origen alta. En paralelo, no queremos utilizar conservantes o utilizar aquellos que sean lo más respetuosos posible con la piel y el medio ambiente.

Así que nos encontramos con la difícil tarea de crear un producto natural, estable, seguro y lo más clean posible… ¡Vaya tarea!

Cuando tenemos nuestra formula ya definida, ¿Cómo podemos saber si el sistema conservante funciona? ¿Y si va a proteger el producto durante el uso para que la experiencia sea agradable?

La respuesta es el Test de desafío del Conservante o Challenge test.

¿Qué es Challenge Test?

El Challenge (como le llamamos los amigos) es un estudio microbiológico que pone a prueba la eficacia del conservante, contaminando de forma deliberada una muestra con un numero conocido de microorganismos para medir como el conservante es capaz de reducirlo.

El método más utilizado actualmente en Europa es el UNE-EN-ISO 11930. También hay otros métodos que se pueden utilizar, como el descrito en la farmacopea, que se diferencian en detalles de la metodología, pero en esencia son similares y comparables.

De acuerdo con el método ISO11930, las cepas de microorganismos obligatorias para el ensayo son:

Se pueden añadir otras cepas, pero para poder decir que un sistema conservante funciona de acuerdo con la ISO11930, estas deben estar en la lista.

El método se debe llevar a cabo en un laboratorio microbiológico que cuente con el instrumental y las medidas de control ambiental adecuados y por personal técnico entrenado.

¿Cómo se realiza?

Para realizar el ensayo hay que preparar tantas alícuotas de 20 g ó ml del producto en frascos de vidrio estériles como cepas a inocular. En este caso son 5 cepas, por lo que se necesitan al menos 100g de producto terminado para poder hacer el ensayo.

Una vez preparados, se inocula cada frasco con 0,2 ml de la suspensión del microorganismo del que se trate. Esta suspensión debe tener un recuento microbiano conocido, es decir debemos saber la cantidad inicial de microorganismos, de Unidades Formadoras de Colonias (UFC) que inoculamos.

Se debe mezclar muy bien para asegurar la homogeneización del inóculo en el producto. Éste paso es difícil en productos con una viscosidad muy alta o productos sólidos. Cada laboratorio tiene sus protocolos internos definidos y validados para este paso.

Tras la mezcla, se deben guardar los frascos inoculados a 22,5 ± 2,5ºC. Aunque la Norma no lo específica, es recomendable guardarlos protegidos de la luz.

A cada tiempo especificado, (7, 14 y 28 días) se extrae de cada frasco una alícuota de 1 g y se introduce en 9 ml del diluyente neutralizante escogido. Dejar en contacto 30 ± 15 min (el tiempo que se haya validado) a temperatura ambiente y luego sembrar para recontar las UFC.

Los recuentos se deben realizar por duplicado en el medio de agar nutritivo adecuado (por ejemplo, TSA y Saboraud en el caso de bacterias y levaduras, respectivamente y agar patata-dextrosa en el caso de los mohos) mediante siembra por inclusión de 1 ml de la dilución. Estos medios deben contener un neutralizador del conservante para que no interfiera en el crecimiento de las colonias.

Para poder recontar, es preciso incubar las placas solidificadas e invertidas a 32,5 ± 2,5ºC durante 48-72 h en el caso de bacterias y levaduras, y a 22,5 ± 2,5ºC de 3 a 5 días para los mohos.

Tras la incubación se puede realizar el recuento de las colonias crecidas y determinar porcentaje de no recuperación de cada microorganismo, teniendo en cuenta el recuento inicial de las suspensiones.

Podemos decir que el sistema conservante funciona cuando la reducción del numero de UFC es > a 3 escalas logarítmicas para las bacterias aerobias, de 1 escala logarítmica para las levaduras y que los mohos al menos no se incrementen. Si cumplen estos parámetros se considera que el producto cumple CRITERIO A de acuerdo con la ISO 11930.

Para algunos productos se acepta un criterio menos estricto, denominado CRITERIO B, que indica que el sistema conservante funciona, aunque su desempeño no es óptimo.

Por tanto, podemos decir, que con el Challenge Test se busca verificar que el sistema conservante es capaz de reducir el numero de UFC que hemos inoculado (o al menos mantenerla igual en el caso de los mohos).

Si no pasa ni criterio A ni criterio B, es que el sistema conservante no es capaz de proteger debidamente el producto y por tanto el producto se contaminará o bien antes de su venta o bien durante el uso… Y eso es lo último que nos interesa.

Para estar seguros de que no hay un falso resultado, la mayoría de los laboratorios realizan una prueba de verificación de la neutralización del sistema conservante. A menudo para esta prueba es preciso contar con muestra de producto final adicional.

¿Cuándo es preciso realizarlo?

El Challenge test es un estudio que se realiza en la fase de desarrollo del producto. No es un control de calidad ni un control de proceso. Por tanto, se realiza cuando estamos creando el producto, cuando construimos el Expediente de Seguridad. Cada vez que cambiemos algo en la fórmula o el método de fabricación que afecte al sistema conservante, se deberá repetir el ensayo, pero mientras la formula siga igual no será necesario.

Es recomendable realizar el Challenge test siempre que nuestro sistema conservante se base en la adición de ingredientes, es decir: añadir conservantes, para-conservantes, aceites esenciales, tensoactivos, glicoles, … Ya que estos sistemas conservantes funcionan en un equilibrio muy delicado con el resto de los ingredientes de la fórmula y es preciso verificar que funcionan.

Para los productos de bajo riesgo microbiológico de acuerdo con la ISO 29621:2011 no sería preciso realizar el Challenge Test, siempre que las características se mantengan durante toda la vida del producto y durante el uso. En el caso de este tipo de productos recomendamos valorar con el Evaluador de la Seguridad si es pertinente o no realizar el estudio.

Descubre más sobre Celia Campos, Technical Director y co-fundadora de MuttuLab, autora de este artículo.

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