5 de junio de 2024
En la entrada de hoy vamos a adentrarnos en un tema fascinante, pero a veces preocupante ¿por qué son los perfumes y los aceites esenciales quiénes pueden provocar alergias cutáneas?
Los perfumes y aceites esenciales son una parte fundamental de nuestras rutinas de belleza y bienestar, aunque pueden ser fuente de molestias para quienes tienen piel sensible o son propensos a alergias. Comprender la biología y la química detrás de estas reacciones puede ayudarnos a tomar decisiones más informadas sobre los productos que usamos o formulamos.
¿Qué son las alergias cutáneas?
Antes de entrar en materia, necesitamos entender qué es una alergia cutánea. Básicamente, una alergia cutánea es una reacción exagerada del sistema inmunológico de la piel a una sustancia que, en general, es inofensiva para la mayoría de las personas.
La piel es nuestro órgano más grande y actúa como una barrera protectora contra el mundo exterior. Dentro de esta barrera, tenemos células del sistema inmunológico, como queratinocitos (que además de la función estructural presentan función inmunológica detectando de forma temprana los “intrusos”), mastocitos y las células de Langerhans, que están siempre en guardia. Estas células son como los guardias de seguridad de un edificio, siempre listas para detectar y combatir cualquier "intruso" que pueda representar una amenaza.
Normalmente nos referimos a las sustancias que pueden desencadenar una reacción alérgica como los haptenos. Cuando el hapteno se pone en contacto con el sistema inmunológico de una persona sensibilizada, se desencadena una reacción.
Cuando la piel entra en contacto con un hapteno, estas células inmunológicas entran en acción. Liberan una serie de señales químicas que atraen a más células del sistema inmunológico al sitio de contacto, desencadenando la inflamación y otros síntomas de la alergia.
Esta reacción puede manifestarse como enrojecimiento, picazón, hinchazón, y en casos más graves, ampollas. Si quieres saber más visita nuestra anterior entrada del Blog.
Perfumes y aceites esenciales: una mezcla compleja
Los perfumes y los aceites esenciales son mezclas complejas de múltiples compuestos químicos, de origen natural o sintético. Los perfumes pueden contener decenas, sino cientos, de ingredientes diferentes, desde esencias florales hasta compuestos sintéticos diseñados para imitar olores naturales. Los aceites esenciales, aunque naturales, también contienen una variedad de compuestos químicos que pueden ser potentes. Por ejemplo, el aceite esencial de manzanilla contiene más de 200 sustancias conocidas.
Estas sustancias suelen ser moléculas muy pequeñas y volátiles, ya que así pueden ser percibidas por el olfato. Pero este pequeño tamaño, las hace fáciles de penetrar en las capas profundas de la piel
Entre estas sustancias encontramos terpenos y otras moléculas de pequeño tamaño con anillos aromáticos.
Los terpenos son compuestos químicos naturales presentes en muchas plantas, incluidos los aceites esenciales y los perfumes. Estos compuestos son responsables de los aromas característicos de muchas plantas, como el olor a lavanda, pino y cítricos.
Químicamente, están formados por unidades de isopreno (C5H8), y se pueden clasificar según el número de estas unidades que contienen: monoterpenos (C10H16), sesquiterpenos (C15H24), diterpenos (C20H32), y así sucesivamente. Estos compuestos son los principales componentes de los aceites esenciales y tienen una gran variedad de estructuras y funciones en las plantas.
Los terpenos más comunes que se encuentran en los perfumes y aceites esenciales incluyen el limoneno, linalool, geraniol y eugenol.
Vamos a ver estas moléculas un poco más en detalle:
- Limoneno: Es un monoterpeno cíclico que se encuentra en las cáscaras de los cítricos. Su estructura química consiste en una cadena de carbono cerrada en un anillo. El limoneno puede oxidarse al estar expuesto al aire, formando hidroperóxidos y otros productos de oxidación, que son altamente reactivos.
- Linalool: Otro monoterpeno presente en la lavanda y el cilantro. Su estructura incluye un alcohol, lo que lo hace susceptible a la oxidación. Cuando se oxida, el linalool forma hidroperóxidos y aldehídos.
- Geraniol: Este es un monoterpeno también alcohólico encontrado en aceites de rosas y citronela. La presencia de un grupo hidroxilo (-OH) lo hace propenso a la oxidación.
- Eugenol: Un fenilpropanoide con propiedades antisépticas, encontrado en el clavo y la canela. La estructura de eugenol incluye un grupo fenol y un grupo éter, lo que permite su oxidación.
El proceso químico de sensibilización
Oxidación: Como hemos mencionado, los terpenos son volátiles y, al exponerse al aire, pueden oxidarse. La oxidación es un proceso químico en el que los terpenos reaccionan con el oxígeno del aire, formando compuestos de oxígeno reactivos como hidroperóxidos. Estos productos de oxidación son generalmente más alergénicos que los terpenos originales.
Formación de aductos: Los productos de oxidación pueden reaccionar con proteínas en la piel, formando complejos conocidos como aductos. Estos aductos pueden ser reconocidos por el sistema inmunológico como sustancias extrañas, desencadenando una respuesta alérgica.
Reconocimiento por el sistema inmunológico: Los aductos formados activan células inmunitarias en la piel, iniciando una cascada de reacciones químicas que llevan a la inflamación y otros síntomas de la alergia.
El proceso biológico de sensibilización
Para que ocurra una alergia, el cuerpo debe primero sensibilizarse al alérgeno. Esto no suele suceder en el primer contacto. La sensibilización es un proceso en el que el sistema inmunológico "aprende" a reconocer el alérgeno como una amenaza.
Durante la primera exposición, las células de Langerhans en la piel capturan el alérgeno y lo presentan a las células T (un tipo de célula inmunitaria). Las células T se activan y comienzan a multiplicarse, preparando al sistema inmunológico para futuras exposiciones al alérgeno.
En exposiciones posteriores, las células T "memoria" reconocen rápidamente el alérgeno y desencadenan una respuesta inflamatoria más rápida y fuerte, que se manifiesta como una reacción alérgica.
Es por tanto importante diferenciar entre reacciones alérgicas y reacciones de irritación primaria o irritación repetida.
A menudo, los productos pueden causar dermatitis de contacto, pero no desencadenar una reacción alérgica.
Según el Comité Científico sobre Seguridad del Consumidor (SCCS) no se ha podido establecer un límite seguro de uso para los productos que contienen esas sustancias, pero apunta que la mayoría de los consumidores con alergia de contacto a los ingredientes perfumantes pueden tolerar un nivel general de exposición de hasta 0,8 μg/cm2 (0,01%). Sin embargo, existe un segmento más sensible de la población que puede reaccionar ante la exposición a estos niveles, añade este comité, por lo que ceñirse al umbral no elimina la necesidad de informar al consumidor sobre la presencia de estas sustancias.
EL Reglamento Europeo sobre cosméticos obliga a declarar en el etiquetado de productos los alérgenos cuando su concentración supera el 0,001% de la concentración total en productos que no se aclaran (como loción corporal, cremas faciales, colonias o maquillaje) o el 0,01% de la concentración total cuando se trata de productos que se aclaran (geles de ducha, champú…)
Las sustancias alergénicas conocidas están listadas en el Anexo III de sustancias restringidas. Hasta el año pasado, la lista era de 26 sustancias alergénicas, pero en 2023 se amplió hasta 81 sustancias consideradas como alergénicas.
La piel es una barrera increíblemente eficaz, pero no es impenetrable. Los compuestos químicos, naturales o sintéticos, presentes en los perfumes y aceites esenciales pueden, en algunas personas, desencadenar una respuesta inmunológica que resulta en una alergia cutánea.
Así que la próxima vez que disfrutes de ese delicioso aroma a lavanda, el fresco perfume cítrico, o que quieras formular un producto con aceites esenciales recuerda que la ciencia detrás de estos productos es compleja y no podemos reducirlo a una lista de buenos y malos.
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Descubre más sobre Celia Campos, Technical Director y co-fundadora de MuttuLab, autora de este artículo.
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