2 de agosto de 2022
Una vez tengamos la idea y el plan de negocio definido, es necesario proyectarlo a medio y largo plazo y analizar su viabilidad. Esto nos ayudará a establecer de forma razonable las metas y a tomar decisiones basadas en datos objetivos, en números. No hacerlo nos puede llevar a tomar decisiones emocionales que sean contra producentes a corto-medio plazo.
Para ello, debemos elaborar un plan económico-financiero para evaluar el potencial económico del proyecto. Nosotros decidimos si planteamos escenarios optimistas o conservadores y podemos ajustar las previsiones hasta sentirnos cómodos sin perder la perspectiva realista.
Además, es imprescindible conocer de antemano la potencial rentabilidad del proyecto y saber las necesidades financieras que deberemos cubrir. Con ello, también nos permite tener conocimiento de las ventas necesarias que deberemos generar para cubrir todos los gastos y empezar a obtener beneficios.
Y, ¿cómo se realiza? ¿Cuáles son los puntos?
Dependiendo de nuestros conocimientos contables podemos hacer un plan más o menos detallado. Sin embargo, hay 2 elementos que no pueden faltar: el plan de inversiones y financiación y una estimación de la cuenta de resultados de los primeros años.
Veamos cada uno de ellos en detalle:
Muchas personas confunden inversión con gasto. Primero debemos aclarar que por inversión entendemos aquellos importes por los que se espera conseguir rendimiento en el futuro mientras que el gasto es la simple utilización del bien o servicio a cambio de una contraprestación.
Con la inversión inicial, podemos conocer el activo de la empresa, es decir, los bienes y derechos para iniciar la actividad económica. Lo podemos clasificar de la siguiente forma:
Después de definir las inversiones, debemos contar con unos fondos que nos permitan su adquisición. Podemos recurrir a diferentes fuentes de financiación:
Aunque la principal fuente de financiación son siempre las 3 F (Friends Family and Fools) no debemos descartar otras vías como los crowdfundings, los leasings o incluso recurrir a entidades bancarias.
La cuenta de resultados nos informará del potencial resultado obtenido durante los primeros ejercicios económicos, generados por los ingresos y los gastos que en ese período se puedan producir. Es un elemento imprescindible en el plan.
Se pueden dar 2 posibles escenarios: que obtengamos beneficios o pérdidas. Podemos calcular el resultado de la siguiente manera:
Es normal tener pérdidas en las fases iniciales del proyecto, por eso en las inversiones es necesario tener en cuenta esta circunstancia.
Además, deberemos controlar el cumplimiento del plan y sus desviaciones. Por ejemplo, si no tuvimos en cuenta algún gasto importante o los ingresos son superiores a lo esperado (lo que nos puede obligar a aumentar algunos gastos) el plan se puede desviar. Las desviaciones no siempre son malas y nos ayudan a encaminar mejor nuestro emprendimiento.
Podemos utilizar además de estas cuentas, otros instrumentos o métodos para calcular su rentabilidad, por ejemplo, el umbral de rentabilidad o conocido como el punto muerto que nos permite saber en qué momento los costes totales igualan los ingresos totales, así podemos determinar cuántas ventas necesitamos generar para conseguir beneficios.
A partir de estos cálculos, podemos analizar y determinar si nuestro negocio es potencialmente rentable y decidir lanzar y emprender el proyecto.
¡Recuerda! El plan debe ser lo más realista y factible posible para que en el futuro no haya grandes sorpresas.
Descubre más sobre Yan Ye, back office en MuttuLab, autora de este artículo.
Conoce cómo trabajamos en MuttuLab.
