Aunque tradicionalmente los estudios se centran en la huella de carbono y el uso de combustibles fósiles, el agua potable es un bien muy escaso al que cada vez se está prestando más atención.
Nuestro planeta contiene 1.386 millones de kilómetros cúbicos de agua, no en vano nos autodenominamos el planeta azul, pero de esta gran cantidad solamente 35 millones de kilómetros cúbicos (un 2.5%) es agua dulce. Sin embargo, no toda el agua dulce está disponible para el uso humano o es potable, se calcula que solamente el 0.3% del total de agua del planeta Tierra está disponible para el uso por humanos y animales. Hay datos oficiales que afirman que solamente el 0.007% del agua de la Tierra es potable (lo que supone la pequeña cifra de 97 mil kilómetros cúbicos) y la cifra se va reduciendo año tras año por culpa de la contaminación.
Sostenibilidad hídrica
La sostenibilidad hídrica es importante para mantener este recurso tan escaso que es el agua potable y podemos valorar nuestro impacto utilizando el indicador de la Huella Hídrica.
La huella hídrica se define como el “volumen total de agua utilizada para producir los bienes y servicios consumidos por un individuo, por un grupo de personas o por un país, respectivamente”. Y aquí la palabra clave es total, es decir, que incluye el agua de la producción, pero también la de limpiado, la de enfriado, o incluso la que se ha utilizado para obtener las materias primas o la energía que necesitamos.
Si lo pensamos un momento, es muchísima agua.
En España la media de consumo de agua está en los 132 litros diarios. Por encima de los 50-100 litros de agua que la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera necesarios para garantizar la cobertura de las necesidades básicas de cualquier persona. Es en los procesos productivos, especialmente en la agricultura, que representa el 80% del total de gasto de agua.
¿Cómo podemos disminuir nuestra huella hídrica?
Como en todo, el primer paso es proponérselo y tomar consciencia global de nuestro consumo. Este suele ser el primer paso y el más difícil de dar.
Si pensamos en nuestros productos, lo primero que viene a la cabeza es hacer productos sin agua en su composición, pero podemos hacer más.
Por ejemplo, utilizar métodos de lavado que minimicen el consumo de agua, es decir, retirando en seco los restos y reciclándolos adecuadamente. Absorber las grasas con papel o serrín antes de lavar ayuda por un lado a utilizar menos agua y detergente, pero además disminuye el potencial contaminante de las aguas grises (posteriormente os explico qué son las aguas grises), ya que un solo litro de aceite es capaz de contaminar unos 1000 litros de agua, según los cálculos más conservadores. El efecto se amplifica si en el agua están presentes sustancias solubilizantes como los detergentes y jabones.
También es conveniente utilizar métodos de fabricación que no requieran un circuito de agua para enfriar o que minimicen la intervención del agua así como fuentes de energía independientes del agua, como la energía solar o la eólica, que nos ayudan a reducir este impacto.
Podemos ir aún más allá, eligiendo materias primas que tengan una huella hídrica baja, es decir, que no se requieran grandes cantidades de agua para su obtención. Esto es especialmente importante en el caso de productos vegetales, donde las técnicas de cultivo y riego son clave. Como hemos dicho, se calcula que el 80% del uso de agua potable se destina a la agricultura y la ganadería, por lo que mejorar las técnicas y el rendimiento del riego es fundamental para reducir la huella hídrica.
Como siempre, tener un buen proveedor que comparta nuestra filosofía y valores es clave para conseguir nuestros objetivos.
¿Es un recurso reciclable?
Una vez usada el agua, ¿qué pasa con ella? ¿Es un recurso reciclable? De forma natural el agua se recicla en lo que llamamos el ciclo del agua. Incluso aquella agua utilizada para beber por los animales vuelve al medio y se “depura” por acción del suelo y los agentes geológicos. El ciclo del agua en la naturaleza es un ciclo cerrado.
Los humanos hemos abierto este ciclo, alterando el agua que utilizamos y no depurándola de forma suficiente antes de devolverla al ciclo. Por eso el porcentaje de agua potable disponible disminuye cada año.
Se denomina agua azul el agua potable que proviene del deshielo (ríos) o de fuentes subterráneas. El agua verde es aquella obtenida de la lluvia y utilizada antes que pase a formar parte del agua residual. Y el agua gris es aquella que ya ha sido utilizada en procesos productivos o domésticos.
La huella hídrica gris es uno de los indicadores más importantes, ya que es el valor resultante de calcular la cantidad de agua necesaria para diluir las sustancias contaminantes hasta que el agua sea lo suficientemente limpia como para pasar los controles de calidad que marca la ley.
Por tanto, en nuestro día a día podemos utilizar productos que no sean contaminantes para el medio ambiente, de esta forma, cuando deban ser tratados con las aguas grises, la cantidad de agua necesaria para que ésta pueda volver al ciclo será menor. Si además utilizamos productos biodegradables, las bacterias y los enzimas utilizados en las plantas de procesado de aguas grises podrán hacer bien su trabajo y eliminarlos del medio.
También utilizar el agua de lluvia todo lo que sea posible antes de que vaya al sistema de aguas residuales, ya sea para regar, para limpiar o para cualquier otro menester.
Debemos ser conscientes de que los sistemas de depurado de aguas no son capaces de eliminar algunas sustancias sintéticas como medicamentos o algunos detergentes utilizados para la colada. Pero que también los productos naturales pueden eutrofizar el agua (aumentando las fuentes de carbono disponibles y que las algas proliferen de forma incontrolada).
La forma de saber si los ingredientes contaminan es revisar su hoja de seguridad. Allí se encuentra toda la información relativa a la ecotoxicidad de cada sustancia. La ECHA también revisa periódicamente sus informes y la ecotoxicidad es uno de los pilares de sus análisis.
Con toda esta perspectiva, realmente parece que no podemos eliminar completamente nuestra huella hídrica. Seguramente tampoco sería necesario, pues el planeta tiene muchos mecanismos de control y amortiguación de impactos. Pero podemos intentar reducirla para no saturar estos sistemas y echar una mano al planeta en sus esfuerzos.
Un futuro con agua potable disponible es posible ¡y es cosa de todos!
Referencia
Fundación AQUAE (12/22/2021) ¿Cuánta agua potable hay en la Tierra?
Hoy en día, la sostenibilidad ya no es una opción para las empresas, sino una necesidad. En este blog, pretendemos dar unas guías para implementar estrategias de sostenibilidad en su actividad diaria.
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